Bajo la austeridad que lo deprime
se erige su niñez sobresaltada,
crece en su conciencia atormentada,
jamás del todo la vida lo redime.
A cuestas carga y sigue el derrotero,
vislumbra mas luego, alucinado,
creyendo alcanzar lo tan ansiado,
avanza un momento... cae empero.
Tambaleante por dentro, firme afuera,
no es llegar lo que más le desespera;
compara, piensa, siente, en su camino
faltó niñez, cimiento, o sol levante.
El introito austero fue imperante
tentáculo opresor de su destino.
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Gregorio Menéndez
Cantares para dos rostros pág. 33
Editado el 15/05/66
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